viernes, 22 de septiembre de 2017

SOLO CRISTO ES EL CAMINO



                                       EL CREYENTE  Y LA MUERTE

Esta exposición consta de varias partes  siendo esta la primera de ellas.

Introducción.   
Realmente este tema  aunque  se titule “E creyente y la muerte” debería ser dirigido y leído mayormente por ese conjunto de hombres y mujeres que viven despreocupados, sobre el destino futuro de su alma. Bien sea porque nunca oyeron hablar sobre el alma que poseen, o porque han recibido enseñanzas que no se encuentran en la palabra de Dios que es la Biblia. 
                
Es de esperar que cualquier creyente que lea esta exposición pueda aconsejar su lectura a personas confiada que ignoran estas cosas, o imprimirlo para que lo lean; bien vale la pena para que estén informados sobre este tema, que es tan importante  por ser de valor eterno.

Por supuesto que de  no creer en lo que la Biblia enseña no se obtendrá ningún provecho de este estudio; de creer y acatar sus enseñanzas, pondrá al hombre y la mujer  en el camino que Dios quiere que transite. Jesucristo lo confirmó en el evangelio según san  Juan 14.6 al decir: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí".
 Después  que el hombre desobedeció el mandato de Dios, Comenzó su peregrinar  por este mundo, por un tiempo que estaría limitado por la muerte. Esta sería, tanto la espiritual afectando  el alma, como para su cuerpo que iría envejeciendo paulatinamente hasta fallecer. La  explicación de la causa, por qué se tiene que morir, y que hay después de abandonar  esta vida; son temas complejos que para comprenderlos hay que comenzar por creer que la Biblia es la palabra de Dios; como fe, dedicación y el estudio de ella.

Algunos teólogos de la Biblia, de algunas líneas religiosas, con el fin de no perturbar sus propias mentes, como las de los fieles de sus iglesias, enseñan doctrinas que no se ajustan a la realidad de lo que la  palabra de Dios le revela hombre. Como tampoco  enseñan la realidad de  lo que acontece después de la muerte del cuerpo, al separarse el alma de él. 

Por  supuesto, debido a que esas teorías (que se explicarán más adelante) ofrecen una segunda oportunidad después de la muerte, tienen una amplia aceptación entre sus seguidores, ya que les da algo de tranquilidad para sus mentes. Solo aquellos que realmente tienen el deseo de saber la verdad sobre estos temas, obtendrán de Dios, la ayuda y la guía de su Espíritu hacia la verdad.  Así lo aconseja la Biblia en Colosenses 3.16 diciendo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría”.  

El que firmemente se proponga, en saber la verdad sobre estos temas, podrá con la guía de Dios y la Biblia llegar a discernir entre la realidad que enseña la palabra de Dios, y las doctrinas adulteradas. Solo así se podrán comparar a la luz de la palabra de Dios las enseñanzas y credos que no se encuentran en ella. Estas cosas acontecen cuando algunos líderes se desvían de la única verdad que ofrece la Biblia, e introducen pensamientos e ideas personales, en busca de gloria o ganancias. Estos actúan como maestros, torciendo las enseñanzas bíblicas, que son las únicas guías escritas que Dios
le ha provisto a los hombres. 
                                                                                                                                  Se puede pensar que para  algunos, no es fácil poder entender lo que la Biblia enseña, sobre la existencia de un  Dios creador del universo, como la coexistencia de un grupo formado por Satanás  y los  ángeles que se rebelaron en contra de Él. Los cuales son enemigos, tanto de Dios como de nosotros los humanos. Todo esto, y otras cosas más de lo que la palabra de Dios relata; es algo que seguramente a muchos se les hace difícil de  poderlas creer, y entenderlas a cabalidad.

 Lo mismo acontece con el tema de la creación del hombre, que Dios hizo del polvo de la tierra y le dio vida. Ni mencionar de cómo Dios hizo a la mujer, para dársela luego por compañera  a Adán. Mucho menos podrán algunos asimilar el relato, de la primera pareja, que por ingerir un simple fruto; desobedeciendo el mandato divino de no comer el producto de ese árbol de la ciencia del bien y del mal, haya  podido ser la causa de la  entrada del pecado, y la muerte para toda la raza humana.

Al  desobedecer el hombre el mandato Divino, y hacerle caso a las  argucias Satánicas, se constituyó automáticamente en súbdito del diablo, por cuanto obedeció su voz y no la de su Creador. Desde ese momento que desobedeció, él también tendría el mismo castigo que le fue preparado para Satanás y los ángeles que participaron en esa rebelión que hubo en el cielo. 

Muchos alegan que no pueden creer en esas cosas, porque la Biblia fue escrita por varios hombres, razón por la cual ella no puede ser confiable con lo que afirma. Sin embargo ellos, fácilmente pueden creer en los escritos de otros hombres, con cuyas hipótesis afirman que este universo se formó por una  gran explosión (la famosa teoría del “big Bang”). Y Como  el hombre se formó por medio de la evolución de las especies, terminando con “el último eslabón” (que  de paso no lo encuentran), para  afirmar que el hombre procede del mono.

Los que no creen las cosas escritas en la Biblia, la cual contiene todas las informaciones e  instrucciones que el hombre pueda necesitar para documentarse; dejando aparte el hecho que están despreciando las sagradas escrituras, están a su vez, repudiando al autor e inspirador intelectual que no es otro que el mismo Dios. 

Lo mismo aconteció con Jesucristo y su pueblo, los cuales no creían que Él, era el Mesías. Ellos afirmaban que creían en los escritos bíblicos pero no en Él. Jesús para que pudieran notar sus contradicciones  en Juan 5.39 les dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. 

Moraleja, reconocían las escrituras pero no reconocían a su autor. Lo más Absurdo de todo esto es: Que los que  alegan de no poder creer en la Biblia, por el hecho de que fue escrita por seres humanos; por otra parte le dan crédito a las teorías escritas por otros hombres, donde hablan que el  inicio del universo se produjo por una gran explosión, y luego la evolución se encargó de todo lo demás. 

Posiblemente los que  piensan de esta manera, creen que los autores, de esas falsas teoría y contrarias a la realidad manifestada por Dios en su palabra, sean escritores más sabios que Moisés, Isaías, Salomón y otros; que inspirados por Dios escribieron esos sesenta y seis (66) libros que contiene la Biblia, sin que ninguno de ellos se contradiga en su contenido. Pues El apóstol Pablo  nos da la correcta  enseñanza sobre este argumento diciendo en 2 Timoteo 3.16 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”.

A estos  tipos de individuos, difícilmente se les puede dar a entender que Dios es el creador de todo. Sin embargo por conveniencia, festejan los días en los cuales  se conmemoran, el  nacimiento y la  muerte de Jesucristo, pero no lo reconocen como  el Creador de todo, Salvador y mucho menos como Dios.

 Cuando se trata de enseñarle a uno de estos, que Dios es el creador de todo lo existente, la tarea llega a ser como aquel que pretende explicarle a un ciego de nacimiento, la belleza de los colores. En esta tarea por más que uno se esfuerce con ejemplos verbales, nunca lograría que el ciego pudiera llegar a entender la diferencia que existe entre un rojo, blanco o negro. Porque él no tiene idea de lo que es un color, ya que en su mente solo tiene tonos de gris oscuros, o más claros, según la intensidad de la luz que hay en el ambiente; debido a que nunca vio los colores, por haber nacido con ese impedimento de la vista.  

 Pero si tan solo se le pudiera conceder la vista por un momento y mostrarle los colores, inmediatamente entendería lo qué es un color, y la diferencia que hay entre ellos. Eso mismo es lo  que acontecerá un día, cuando el alma del hombre se separe del cuerpo, y llega a esa nueva dimensión. Al  cruzar esa frontera, se encontrará en la presencia de Infinidades de seres celestiales, como de aquellos que vivieron y dejaron un día este mundo.

 En ese momento el alma que estuvo con las limitaciones que les fueron concedidas al cuerpo, se dará  cuenta que su entendimiento de las cosas se amplió; las dudas desaparecieron, su conocimiento estará en la plenitud perfecta. El apóstol Pablo nos da la correcta explicación sobre este tema de lo que acontecerá en ese momento diciendo 
en 1 Corintios 13.12  “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”.

En ese instante, el alma se dará cuenta como estuvo sometida a un cuerpo, que Dios le permitió ocupar por un tiempo, limitando a lo humano sus facultades. El alma tuvo que estar sujeta a ese cuerpo que le fue permitido ocupar, a tal punto, que en algunos casos al este enfermarse, sus capacidades  para actuar fueron minimizadas de acuerdo a la índole de la enfermedad. Por ejemplo, en el caso de estar el cuerpo enfermo con alzheimer, demencia senil o en coma, el alma queda  completamente desconectada de este mundo; estando el cuerpo en esa condición, este llegaba a ser la celda de su prisión.

Cualquier humano  sea cual fuere la causa al morir, su alma se separa de ese cuerpo, y  lo abandona para siempre; en ese momento para ella es como salir de una prisión, con la claridad de un nuevo amanecer. Esa alma que estuvo recluida por años conquista su libertad, al librarse  del que lo retenía. Desde ahora  estará en su ambiente natural, desapareciendo todas las dudas y limitaciones, a que estuvo sujeta. En ese momento de un conocimiento relativo de las cosas, pasará a una más amplia percepción, y de todos los orígenes. Sabrá al fin quién es Dios y su perfecta justicia.

Solo restaría  por decir lo siguiente: Toda alma que buscó como refugio a Jesucristo, estará  bajo la protección  de Dios y seguro en Él, como lo describe el Salmo 91.1 al decir: “El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente”. Pero ¿qué será de aquel que dudó de todo acerca de Dios, de su palabra y nunca buscó la salvación en Jesucristo?  Estas y otras tantas preguntas, tienen la respuesta en el tema de este estudio que inicia a continuación.

                                                       
                                                  PRIMERA PARTE

Donde se originó y como entró la muerte al mundo.

Al iniciar este tema es conveniente saber que la muerte ha sido interpretada y explicada en varias  maneras por muchos en diferentes edades. Sin embargo nada ni nadie, puede dar una explicación más acertada que la Biblia, la palabra de Dios revelada al hombre. Así que, apartando las opiniones personales, veremos lo que ella nos dice sobre su origen y efectos para toda la humanidad. En el libro de Romanos 5.12  lo enseña de la siguiente manera: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Lo que este pasaje bíblico nos comenta como primera cosa es, que la muerte es una consecuencia del pecado; luego nos dice que entró al mundo por un hombre.

Todos sabemos a qué hombre se refiere, y cuál fue su desobediencia; aunque para algunos, esa transgresión de Adán, de comer ese fruto que Dios le prohibió que comiera, advirtiéndole que de hacerlo  ese día moriría; le podría parecer algo muy insignificante, para haber traído tanto dolor y miseria a este mundo. 

Seguramente se puede pensar de esa manera, porque no nos podemos imaginar la santidad y la justicia de Dios, que sobrepasa todo entendimiento. Y no solamente eso, sino que por su justicia tuvo que aceptar, que tanto el hombre como su hábitat, la tierra desde ese momento pasaban a ser dominados por Satanás.

Es posible que la anterior afirmación, para algunos les pueda parecer algo exagerada, pero ya no lo será cuando meditamos en lo que le dijo Satanás a Jesús cuando lo llevó a un lugar apartado para tentarlo según lo relata el evangelio según San Lucas 4.5-7 que dice: “Y le llevó el diablo (a Jesús) a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos"

Como se puede notar que esa desobediencia, que algunos retienen una insignificancia, fue  la que causó todo el desastre de pecado y muerte en este mundo. Por cuanto el hombre creyó lo que le sugirió el diablo, y no lo que Dios le ordenó. Luego debido a que toda injusticia es pecado, esa desobediencia fue el origen que acarreó la entrada de la muerte para todos los hombres.

El significado de la sentencia: “ciertamente morirás”. 

Dios fue muy claro al decirle a Adán de no comer el fruto de ese árbol, en Génesis 2.17 le dijo: “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Solo como una reflexión, para los que piensan que eso de comer ese fruto fue algo insignificante. ¿Nos hemos puesto a pensar como hubiera quedado Dios, si después del hombre comer ese fruto, por amor a la pareja le hubiese solamente regañado y sermoneado diciéndole: No vuelvan a hacer eso de desobedecerme?

 Como hacen muchos padres que prometen a sus hijos y luego no le cumplen. La palabra de Dios es firme como una roca, y de no ser así, ¿qué Dios sería ese que no cumple lo que promete? De no haber cumplido, seguramente esos mismos que piensan que  ese pecado  de Adán fue una simpleza, hoy día estarían criticando a Dios por no haber cumplido, lo que había prometido que de desobedecer moriría.

Cuando Satanás se rebeló en contra de Dios con esa tercera parte de los ángeles, (pueden leer algo de esa rebelión en Isaías 14.11-17 y Ezequiel 28.12). Todos  los que participaron en esa rebelión fueron castigados. Aunque ese castigo todavía no se ha efectuado, les está reservado un lugar de tormento en el futuro. Así fue revelado por Jesús en libro de Mateo 25.41 diciendo: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Ese castigo es lo que se conoce como la muerte eterna.

 Ese  mismo castigo le tocaba también al hombre, aunque  para él ese castigo tiene otro nombre que es: “La muerte segunda”. Así lo llama en Apocalipsis 21.8 para todos los pecadores de este mundo al decir: “Pero los cobardes e incrédulos,  los abominables y homicidas,  los fornicarios y hechiceros,  los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. 

Esa segunda muerte, no tiene nada que ver con la del cuerpo que nosotros conocemos, que es la primera que les acarreó el pecado a todos los hombres. La cual conocemos como la muerte del cuerpo, donde el cuerpo vuelve  al polvo de esta tierra. Después de esa muerte, lo que le espera al hombre es el juicio. Esto es lo que la Biblia nos enseña en Hebreos  9.27 que dice: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio".
 
 A este punto es propicio recordar: Que todo aquel que en esta vida no ha asegurado el perdón de sus pecados con Jesucristo, y no tener inscrito su nombre en el libro de la vida; después de su muerte natural le espera la otra, que es la muerte segunda. La cual no es sí una muerte como se podría entender, sino el castigo contemplado para todos los que no le hicieron caso al que podía perdonar sus pecados. En Juan 3.19 lo confirma diciendo: “Y esta es la condenación: que la luz (Jesús) vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”.  

La condenación en sí consiste en la separación eterna del ser humano, de la presencia de Dios, para estar en el mismo lugar de castigo que le fue preparado para el diablo y sus ángeles. El que cree y acude  en Jesucristo como su Salvador, tendrá un trato muy diferente y sufrirá de una sola muerte que es la natural. Es así como dicen comúnmente en el ambiente cristiano: que el que nace una sola vez, muere dos veces, y el que nace dos veces, una de mujer y otra por el Espíritu, muere una sola vez. 

Las consecuencias de la desobediencia del hombre. 

 Por supuesto que desde el momento, que el hombre desobedeció, se encontraba en la misma condición de castigo, que Dios dispuso para Satanás. Es decir, estaba condenado “al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Pero Dios en su amor mostró misericordia hacia el hombre al prometerle un Salvador, que lo rescataría de esa condición de pecado, para colocarlo como miembro de la familia de Dios. El  único requisito para que esto se hiciera una realidad, sería creyendo y confiando  plenamente en Él, como prometió que lo haría; y lo cumplió al enviar a su hijo Jesús, para morir por nosotros en la cruz. 

A todo esto damos gracias a Dios, porque aunque  el hombre cayó en ese pecado  enemistándose con Dios, como lo hicieron Satanás y sus ángeles al rebelarse, al hombre  Dios le concedió la posibilidad de ser rescatados; tuvo misericordia del ser humano sacrificándose Él mismo por nosotros, para  socorrernos, para restaurarnos y darnos la posibilidad de ser reconciliados con Él. 

Este acto soberano y misericordioso de parte de Dios, posiblemente se debió a que Satanás y los ángeles tenían un amplio  conocimiento de su majestad, poder y esplendor, que el hombre y su mujer no tenían. Como también es de suponer, que esa rebelión de Satanás y sus ángeles fue algo que se preparó con premeditación. Mientras la del hombre fue inducida con engaño. (Esto no es con el fin de justificar la desobediencia del hombre). 

Sea cual fuere la razón, a los ángeles no le fue concedida otra oportunidad de ser socorridos, y seguir viviendo con Dios; porque ellos ya tenían ese privilegio y lo perdieron. Dios en su soberanía, este socorro solamente se lo otorgó  al hombre; no se lo concedió  los ángeles. Así lo dice en Hebreos 2.16: “Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham”. (Donde estamos incluidos nosotros).

 De manera que, así como Dios le puso un período de prueba a Adán en el huerto. En el futuro le daría al hombre toda una vida, para que pudiera libremente escoger a quien servir; si a Él para  salir de esa condición de muerte espiritual y buscar la vida en Jesús, o seguir como esclavo al lado de su enemigo Satanás para  una muerte eterna.
El primer período que le concedió al hombre fue el de la conciencia, que inició con Adán, hasta Moisés. En el cual los hombres se regían según las enseñanzas que recibían de padres a hijos. Estas eran conservadas en sus corazones y en  cuyos razonamientos, sus conciencias los defendían o acusaban. Ya que no había escritos ni experiencias previas  aparte de las que impartía Adán a sus descendientes. 

En Romanos 2.12, así lo explica: "Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados;  Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”.

Luego viene el período de la ley, desde Moisés hasta Jesucristo. En ese período  estaba  establecido que sería: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”. Cosa que resultó imposible para el hombre.

Por  último desde que Jesucristo vino a este mundo, y cumplió con todos los requisitos de la ley;  y entró el período de la gracia, en el cual todo aquel que creyere de corazón en su muerte y resurrección sería salvo. 

Lo que sí no ha cambiado, es que tanto al hombre, como a la mujer Dios les estableció un período de vida en este mundo. Durante  ese tiempo, cuidándose en comer sanamente y evitando con  prudencia  los peligros y los vicios; su promedio de vida   sería por lo menos unos setenta u ochenta años. Luego instruyéndose de una manera adecuada con la palabra de Dios y creyendo en el sacrificio de Jesucristo su alma viviría eternamente con su Creador. 

Por lo que concierne esa oferta de salvación prometida por Dios, no se trata de una simple promesa de socorro, y así rescatar al hombre con algún medio negociable o humano. Era algo muy serio para para su Hijo, el cual se había ofrecido voluntariamente para esa obra. Era exactamente lo que Abel había hecho cuando ofreció ese cordero inocente por los pecados de él. Ese animalito no tenía culpa alguna, no conocía el pecado, ni los de Abel. El cordero solo estaba  representando a Jesucristo, al Dios hecho hombre que moriría para perdonar y salvar a la humanidad como ese corderito.

  Significaba que Jesús, tendría que humanarse, nacer como un simple mortal, vivir como tal y sin pecar, cumplir con toda la ley, (aun siendo Dios no aferrarse a lo que él era) tenía que luchar y ser tentado en todo como un hombre cualquiera; y luego ser la víctima al morir como un  inocente cordero sin motivo alguno. 

Esa muerte de un justo por los injustos, fue para vencer el pecado y la muerte. En efecto como la muerte vino por un hombre que pecó; también por Jesús el justo que murió injustamente ella fue vencida. La prueba irrefutable de su victoria fue que la muerte no lo pudo retener en la tumba; por haber sido ejecutado siendo inocente. Esa  fue la razón por la cual  la muerte no lo pudo sujetar, y tuvo  que soltarlo a los tres días, razón por la cual, Dios el Padre lo resucitó de entre los muertos. 
 
Ese acto sirvió para que el hombre tuviera la oportunidad de ser socorrido, y obtener durante  su vida en este mundo una segunda oportunidad. Lo que el hombre tiene que entender claramente ahora es: Que eso no funciona de una manera automática. O sea, que Jesús venció y todo quedó resuelto. Sino que  el hombre quedó  en medio de dos fuerzas, la del bien que es de Dios, que le puede socorrer salvando su alma, y la otra la de Satanás que lo llevará a la condenación eterna. Dios está ahora  a la puerta del  corazón del hombre, con la disposición de perdonarle; él solo tiene que  abrirle su corazón, y confiar plenamente en Él, dándole entrada a su vida para obtener la paz con Dios. 

A este punto es donde el hombre tiene dos alternativas, una es la de creer que Dios envió a Jesucristo para salvarle, creyendo que murió por él, y resucitó para su justificación. Esto es lo que la palabra de Dios le aconseja al hombre; y se encuentra en el libro de Romanos 10.8-10 diciendo: “Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.  Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”.

Eso es todo lo que Dios requiere del hombre, solo con creer y confesar diciendo de todo corazón: “Dios mío, yo creo que Jesús murió y resucitó por mí”. Nada  más  fácil, solo creer lo que Dios dice. Con eso se restablece la paz con Dios y se obtiene la vida eterna. En cambio para perder esa oportunidad de salvación y ser condenado eternamente, el hombre no tiene que hacer absolutamente nada. Puede  permanecer como está, con sus creencias, costumbres religiosas y tradiciones. Con esa actitud permanecerá con aquel que tiene el reino del pecado y de la muerte.

Una analogía para regresar a Dios y obtener el perdón.  

  Alguien podrá decir, ¿Bueno, si Jesús venció en la cruz el pecado y la muerte, no somos ahora todos salvos? Teóricamente es así, pero aunque  Dios es el que pone en el hombre y la mujer; “tanto el querer, como el hacer por su buena voluntad;” la misma palabra le da un espacio al ser humano, para que después de oír, o leer la palabra de Dios, en el alma de aquel que es escogido, se generará una inquietud, un despertar espiritual para ser justificado,(esto sería la fe) y ese creer para  justicia, es solo un primer requisito. Según lo enseña en Romanos 10.9. Luego viene el otro paso, ya que  Dios requiere una confesión de parte del hombre; en ese momento es cuando él debe poner de su parte para completar el proceso de salvación  según Romanos 10.10. Para poder entender bien la posición de cada uno de nosotros, se usará esta analogía.

Imagínese por un momento de estar manejando un vehiculo y entras en una flamante y ancha  autopista, que al finalizar lo lleva a una ciudad llamada “perdición”. Como a la mitad del camino, lees un aviso que dice: “a dos Kilómetros  desvío para “ciudad vida;” con  una flecha indicando a la derecha. Sigues manejando y pensando en ese desvío que despertó en ti el deseo de visitar esa ciudad. Al  llegar a esa entrada, recortas te paras y ves que la carretera no es mala, pero no es tan buena y ancha como la autopista en la cual estas recorriendo. 

A este punto tienes que decidir, si te desvía a la derecha hacia esa otra dirección, o simplemente sigue derecho sin que se  produzca  ningún cambio en la ruta que llevas. En ese momento tiene delante de ti los dos caminos, puedes omitir completamente ese desvío a la derecha,  y continúa por el camino en la  autopista que te conduce a la ciudad “perdición”.  Para eso no tienes que hacer nada en absoluto, ni tomar decisión alguna sino seguir por la misma autopista hasta ese destino final. 

Si por el contrario cuando estás en ese encrucijada decide visitar la “ciudad vida”, al poco rato de recorrer la entrada, encuentras un peaje, al llegar allí un vigilante te da un folleto que dice: Para tener acceso a esta ciudad  debes hacer y creer todo lo que está escrito en este folleto. De no  estar de acuerdo, puedes dar la vuelta y regresar a la autopista por donde venías. Si estás de acuerdo con las instrucciones del folleto, sigue exactamente lo que dice, y tendrás acceso a la “ciudad vida”. Tan sencillo como eso.

Claro que aparentemente todo parece muy sencillo, solo que ahora resta saber cuál el contenido o que dice ese instructivo. En él está escrito lo siguiente: “Todos los que toman este camino para entrar a la “ciudad vida” tienen: “que confesar con su boca que Jesús es el Señor, y creer en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,  para ser salvo. (Romanos  10.9-10). Con eso solamente llega a ser ciudadano de ella para siempre. 

Lo  que Jesucristo hizo fue, para que todo aquel que cree en él, no se pierda más tenga vida eterna; Él abrió un camino a la derecha para la vida. Para  seguir en el camino que lleva a la perdición, el hombre no tiene  que hacer absolutamente nada, solo tiene que seguir por ese camino que emprendió. Para tomar el camino de la vida, hay que creer, y hacer lo que dice la palabra de Dios. Él restableció al hombre, a esa posición que tenía  antes de  pecar, con la diferencia que ahora tiene conocimiento y sabe dónde está la voluntad y la voz de Dios, y cuál es el camino que lleva a Él, por medio de la fe.  En efecto el mismo Jesús lo afirmó en Juan 14.6 al decir: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Mientras  la intención de Satanás es, la de destruir el alma del hombre, por el solo hecho de que somos una obra especial de las manos de Dios. 

 Algunas teorías espuria o ilógica sobre el más allá.       

 Antes de analizar la diferencia existente entre la muerte espiritual, la física y la eterna, que se explicará en la segunda parte; es necesario conocer lo que algunos credos religiosos  enseñan sobre lo que acontece después de la muerte. No se hará mención a cuales doctrinas o grupos pertenecen tales enseñanzas, ya que la idea no es juzgar esas otras creencias, ya que solo se desea, es que sea la palabra de Dios, y el buen juicio del lector, el que juzgue y determine la verdad del tema, a la luz de la palabra de Dios.
Como se dijo anteriormente en la primera parte, algunos teólogos o estudiosos de la Biblia de algunas líneas religiosas, con el fin de no perturbar sus propias mentes, como las de otros fieles, enseñan doctrinas, que no se ajustan a la realidad de lo que la  palabra de Dios expone para ese caso. Ni lo que acontece después de la muerte, cuando ocurre la separación del alma de su cuerpo. 

Por supuesto, debido a que algunas de esas teorías ofrecen una segunda oportunidad después de la muerte, otras diciendo que eso será como un sueño sin fin y  total del alma, o una perpetuación reencarnándose nuevamente y de manera continua. Esas enseñanzas  tienen una amplia aceptación entre sus seguidores, ya que les ofrece algo de tranquilidad para sus mentes.

 Mientras la verdad  que se encuentra en la palabra de Dios, solo nos habla de morir una sola vez, y luego de un justo  juicio de parte de Dios, ese  determinará en cuál de los dos lugares preparados para  todas las almas ella irá. Como son varias las enseñanzas difundidas de los que presuntamente acontece  con el alma después de la muerte, solo se mencionarán tres de las más divulgadas, que seguramente han llegado en algún momento a nuestro conocimiento.

 Comenzaremos con decir, que una esas enseñanzas es el sueño o destrucción del Alma.  Esta  consiste en decirles a sus fieles que al morir, su alma estará reposando en una tumba al igual que su cuerpo; iniciando  un sueño en el cual no sabe más nada de su existencia o de vida anterior, perdiendo por completo la conciencia de las cosas. O sea, la  comparan  en el aspecto físico, a alguien que duerme; en cuyo sueño pierde totalmente  el conocimiento de su existencia. Luego si esa alma está en la mente de Dios, por haber obrado adecuadamente en su vida Él lo resucitará.

 En caso contrario, el de no haber obrado conforme a lo establecido por Dios, seguirá en ese estado de inconsciencia perdiéndose para siempre. O sea el alma desaparece, desvanece para siempre como si nunca existió. Seguramente que estos maestros, no han meditado bien en el relato de Lucas 16, donde Jesús enseña con la historia del rico y Lázaro lo que acontece después de la muerte. O si intencionalmente lo omitieron, tanto para complacer su mente, como la de los seguidores de esa doctrina. 

  Otra muy divulgada también es esta otra doctrina que no se puede dejar de mencionar por ser tan engañadora como el “sueño eterno del alma”, esta es la del purgatorio. Según esta línea religiosa su definición es la siguiente: “Debido a que todo aquel que entra en el Purgatorio terminará entrando al Cielo tarde o temprano, el purgatorio no es una forma de infierno. Las plegarias a Dios por los muertos, la celebración de eucaristías y las indulgencias pueden acortar la estadía de una o varias almas que estén en dicho estado”.  (La anterior definición  fue copiada de Internet.)

Pues como se puede notar, esta es otra doctrina que  trata de suministrar una esperanza, o una segunda oportunidad después de la muerte al que no cumple con lo que Dios ha provisto para el perdón de los pecados. Esta  enseñanza es un desprecio directo al sacrificio de Jesucristo. El cual siendo el Dios creador de todo lo que existe, después de despojarse  de su lugar de gloria se humanó para  vivir y luchar en este mundo como  hombre cualquiera. 

 Cumpliendo él con todo lo establecido en la ley, soportó el vituperio de su pueblo que no pudo reconocerlo como su Dios y protector. Fue abofeteado, escupido y escarnecido por los mismos hombres que Él creó. Luego sin haber cometido pecado alguno lo condenaron a muerte, siendo clavado en una cruz.  Todo lo anterior Jesús lo hizo por amor al hombre  para librarlo de las manos de Satanás, de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna. 

Ahora en el año 1003, viene un tal Siccone Sechi, “Juan XVII” que , instituye la fiesta de los muertos y de allí nace el purgatorio. En el cual con plegarias, eucaristía, e indulgencia se puede acortar la estadía en ese sitio con el perdón de los pecados para luego entrar al cielo. ¿Qué le parece? a este papa hay que hacerle un monumento en el cielo.
Porque reflexionando un poco sobre este medio tan sencillo del purgatorio, donde pagando una misa, o indulgencias y eucaristía se puede por medio de un sacerdote obtener el perdón de los pecados. Con esta idea o método, con el cual se acorta el tiempo de permanencia en ese sitio, quedando el alma limpia de todo pecado para entrar al cielo. Con todo esto se podría  llegar a la conclusión, que el sacrificio de Jesucristo por los pecados de la humanidad, y todo su sufrimiento, fue todo un teatro de parte de Dios sin ningún valor, ya que el purgatorio lo sustituiría plenamente.

Tuvo que ser este genio Siccone, el hombre que inventara el purgatorio para que se iluminara la mente de Dios; que seguramente quedaría  extrañado, que a Él no se le había ocurrido eso antes. El lugar de enviar a su Hijo Jesucristo al desprecio  y  muerte en la cruz haciéndose maldición por nosotros. Ya que según la ley el que muriera colgado en un madero era maldito. Gálatas 3.13  “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero”.

No se explica cómo estos maestros  puedan enseñar ese atajo para recibir el perdón de los pecados, sin acudir al  único medio de salvación y dador de la vida que es Jesús.  Lo lamentable de todo esto es: que muchos viven con esta falsa esperanza de un purgatorio que los librará de sus pecados. Estos ignoran  que están engañados, ya que solo Jesús puede perdonar sus pecados en esta vida; porque al morir ya está sellada la suerte del alma sin posibilidad de cambio alguno, ni de purgatorio del cual la Biblia no menciona ni insinúa su existencia. Estos maestros, tampoco  han meditado bien en el relato de Lucas 16, donde Jesús enseña la historia del rico y Lázaro, y lo que les acontece después de la muerte. O lo omitieron intencionalmente para complacer sus mentes, como la de los seguidores de esa doctrina.

Otra doctrina de hombre, que tampoco se menciona en la palabra de Dios la Biblia, es la de la reencarnación. Ésta  la podríamos llamar la perpetuación de la vida, que  tampoco se sabe de dónde se apoyaron para semejante falsedad: enseñando que el alma vuelve a la vida reencarnándose. Esta enseñanza, afirma que la reencarnación consiste en un ciclo sin fin, cuya esencia individual de las personas (ya sea mente, alma, conciencia o energía) adopta un cuerpo material mejorado  varias veces, según vaya muriendo. 

Esta creencia que una persona fallecida volverá a vivir o aparecer con otro cuerpo (con una personalidad generalmente más evolucionada) ha sobrevivido incluso dentro de algunas religiones judeocristianas. 

No vale la pena comentar esta doctrina milenaria hindú, solo añadiré dos cosas: Una, que esta como las demás, es una falsa esperanza para poder hacer todo lo que a uno se le antoje en esta vidas; sin importarle en absoluto de que hay un Dios. Ya que según ese  proceso evolutivo, al morir uno se va renovando en múltiples oportunidades. El otro comentario más claro y de indubitable certeza, se lo dejo a la palabra de Dios que habla por sí sola por lo que dice  en Hebreos 9.27 de la siguiente forma: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio.” Esta enseñanza proviene de la palabra de Dios;  los que la quieran ignorar, que la ignoren. Se vive en este mundo y se muere una sola vez, para luego ser juzgados por nuestros hechos.

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