jueves, 25 de agosto de 2011

SOLO CRISTO ES EL CAMINO

Que tu ánimo cambie de un segundo para otro a través de una noticia que no esperabas es algo difícil de asimilar.




Pensar que todo estaba bien y que hace unos minutos sonreías por la seguridad que te daba el hecho de creer que las cosas iban a ser de la manera que las tenias planeadas.



Luego esa noticia inesperada cambia completamente tu panorama, ahora todo se convierte en borroso, hay más preguntas que respuestas, quisieras tener opciones, pero no las hay, quisieras solucionar las cosas, pero por más que piensas y analizas la situación no encuentras como solucionarlo.



Sonreías hace un momento, ahora tu cara es diferente, es como una explosión que debilita tú animo, hasta tu cuerpo parece más pesado de lo normal, tus ojos se entristecen y deseas con todo tu corazón que algo sobrenatural pase, porque solo así puedes encontrar una respuesta.



Quisieras llorar, pero el llorar no solucionaría nada, quisieras irte lejos de todo para pensar un momento, para analizar todo lo que está sucediendo.



Hay muchas preguntas en tu mente y la que más se mueve es: “Dios mío, ¿Por qué?”. Y es que en esos momentos de zozobra y en donde no hay respuestas de nada y el panorama no pinta bien, siempre acudimos a la misma pregunta: “Dios mío, ¿Por qué?”.



Nadie quiere pasar por esos momento, de hecho nunca pedimos pasar por esos momentos, pero son vivencias que tendremos que experimentar, son situaciones de las cuales no escaparemos y que tendremos que enfrentar. Son situaciones de la vida diaria que a pesar de no ser de nuestro agrado, algo aprenderemos.



Sé lo que es vivir ese momento, es más, en esos momentos no hay palabra que a uno lo pueda animar, ni tu familia, ni tus amigos lo pueden hacer, es algo muy extraño que cautiva toda tu vida y que le quita la fuerza que hace unos momentos tenias, no quieres hacer absolutamente nada, simplemente pensar y pensar.



En esos momentos es cuando quisiéramos que Dios nos hablara personalmente, que nos dijera algo, que nos explicara lo que pasa o nos dijera el propósito por el cual estamos pasando esos momentos de preocupación y angustia.



Quizá Dios en ese momento nos quisiera decir:



“Hijo amado, hija amada, Yo conozco tu corazón, se que lo que estás viviendo es algo difícil de asimilar, se que lo que tenias planeado es muy diferente a lo que en estos momentos estas experimentando, lo sé, pero confía, Yo siempre hago que todo lo que ocurra en tu vida te lleve a algo bueno. Quizá en este momento no lo vas a entender y aunque quisieras respuestas ahora mismo, no las habrán, pero de lo que si tienes que estar seguro y segura es que YO TENGO EL CONTROL.

Yo soy capaz de cambiar las cosas, soy capaz de darte lo que siempre has querido, pero tengo mi forma de hacerlo, tengo mis tiempos, tengo mi plan perfecto trazado para tu vida y todo es parte del camino hacia ese propósito perfecto.

Aunque tú no lo percibas, Yo estoy trabajando en ciertas áreas de tu vida, quizá en algún momento sea doloroso, pero tranquilo: Yo se la capacidad de resistencia que tienes.

Me duele verte triste, pero me alegro en saber que al final sonreirás, no te preocupes Yo cuido de ti, no tengas miedo, porque Yo voy contigo, no creas que estas solo, porque Yo nunca te he dejado, no creas que estás perdido, porque Yo te he encontrado, no llores mas, deja que te consuele y limpie tu rostro de esas lagrimas, te amo y lo he hecho con amor eterno, no tienes nada que temer ni dudar”.

Definitivamente nos encontraremos con situaciones que querrán empañar el gozo de Dios en nuestra vida, pero aun y con todo eso debemos seguir creyendo en lo que Dios nos ha prometido y en lo que Él hará.



Porque si de algo estoy y debemos estar seguros es que DIOS NO NOS DEJARA.



¡YO SE BIEN EN QUIEN HE PUESTO MI CONFIANZA!

“Por eso mismo estoy sufriendo ahora. Pero no me avergüenzo de lo que me pasa, porque yo sé bien en quién he puesto mi confianza. Estoy seguro de que él tiene poder para hacer que la buena noticia se siga anunciando hasta que llegue el fin del mundo”.

2 Timoteo 1:12

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