SOLO CRISTO ES EL CAMINO
“Un hombre verdaderamente rico, es aquel cuyos hijos corren a sus brazos aun cuando tiene las manos vacías” (Anónimo)
Normalmente cuando nos encontramos con personas cargadas de obligaciones laborales y compromisos financieros, estas nos dicen que necesitan llevar ese tipo de vida porque están pensando en darle lo mejor a sus hijos. A veces se trata de mejor educación, en ocasiones una mejor vivienda, pueden ser buenas vacaciones o tal vez todas las cosas que ellos deseen...
No está mal tratar de tener lo mejor, ni mucho menos procurarlo para nuestra familia, pero haríamos bien cada tanto en considerar lo que Proverbios 10:22 nos deja como enseñanza. Es una interesante reflexión:
“La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella”
Contrariamente a lo que puedan opinar quienes adhieren a la “teología de la prosperidad”, la Bendición de Dios no se mide en valores materiales, hay algo más profundo y subjetivo que no depende de cuanto tenemos en nuestra cuenta bancaria o la abundancia de posesiones que se encuentran en nuestro hogar...
“Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.” (Isaías 44:3-4)
La Bendición de Dios está emparentada con la decisión de vivir en Sabiduría y disfrutar sus consecuencias...
“Bendecirá a los que temen a Jehová, a pequeños y a grandes. Aumentará Jehová bendición sobre vosotros; sobre vosotros y sobre vuestros hijos.” (Salmo 115:13-14)
“El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación.” (Salmo 24:4-5)
Al depositar en Dios nuestra confianza de tal manera que descansamos en la Obra de Cristo a nuestro favor para darnos vida eterna, ya tenemos toda la bendición que necesitamos, solo nos resta disfrutarla.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3)
“...yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10)
Una vida plena y placentera no se mide en valores materiales, sino en la paz profunda que surge de nuestro corazón cuando está cimentado sobre la verdadera esperanza... ese es el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos.
Recordemos: Si tenemos la Bendición de Dios no necesitamos nada más para ser felices...
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